Volver al terror tiene algo... casi reconfortante. Es como moverte, después de mucho, por el pasillo por el que aprendiste a andar.
Después de explorar, muy libremente, el territorio fantasmal en Claro de Luna, y no hacer menos con el vampiro en Noctámbulo, las sectas demoníacas en Los Ojos de Dios, la maldad del asesino en serie en El Fabricante de Muñecas y Despiértame para verte morir, o los muertos vivientes en Caminarán sobre la tierra, el hombre lobo era el último de los arquetipos clásicos de los monstruos de terror que quería abordar, hacer mío, y presentar de un modo diferente.
Pueblos abandonados, leyendas malditas, lobos, muchos lobos... Mercurio Editorial es la que encargada de ayudarme a dar forma a esta nueva incursión en el lado oscuro de lo cotidiano.
Pero Laberinto es, ante todo, un cuento sobre la pérdida y la soledad. Ya tengo ganas de mostraros la portada y ponerlo todo en marcha.
Casi no queda nada, a fin de mes llegará a vuestras librerías.
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