lunes, 21 de septiembre de 2015

Sueños de niños.



Vamos a jugar a un juego. Al juego de imaginar. 

Los niños imaginan cosas, ¿cierto? Sobre todo pensando en qué serán en el futuro. En este sentido sus sueños se vuelven voraces, ambiciosos, ¿para qué las reglas, las convenciones, los límites racionales? Soñar con el futuro es lo más bonito que podemos hacer. Llenarnos de ilusiones y de esperanzas, que además conforman un camino a seguir, una meta en el sendero que a esa edad tenemos que empezar a recorrer.
Unos sueñan con ser futbolista, arqueólogo, aventurero o piloto de cazas. Quizá alguno sueña con ser todo eso y más a la vez. Los más ilusos soñamos con ser escritores, contar historias apasionantes, viajar y acudir a presentaciones, protagonizar multitudinarias sesiones de firmas y conceder entrevistas en los medios más populares.
La foto que acompaña a este post sólo demuestra que parte de eso es posible, con una pizca de talento, nada más, pero con dosis inagotables de ganas, de esfuerzo y de ilusión. Son imágenes de algunas de las presentaciones de mis libros publicados en papel, a lo largo de estos últimos seis años -por desgracia las tres novelas digitales no las he podido firmar-, y sirven para comprender dos cosas: que la evolución del ser humano es un proceso lento e indescifrable, y que a menudo los sueños, si los sueñas muy fuerte, pueden convertirse en realidad.
Pronto la familia de fotos horribles crecerá, y espero que todos estéis ahí para verlas.
Nos encontramos entre las páginas. 

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